Bienvenidos a mi biblioteca, a mi álbum de fotos,a la lectura de una serie de textos de mi autoría y de algunas obras de autores argentinos, editados por Ruinas Circulares (2012), de la que soy editora responsable.
sábado, 4 de diciembre de 2010
viernes, 26 de noviembre de 2010
martes, 23 de noviembre de 2010
Texto (Fabián) Taller virtual
Cuestión de honor
Ramón Gómez desmontó del caballo y lo ató al palenque que estaba en el patio del boliche. El tordillo estaba sudado, su jinete lo había traído al galope desde la estancia de los Anchorena, donde Ramón trabajaba como peón desde hacía varios años.
Después de atar al caballo se acomodó el sombrero y encaró para la pulpería.
-Güenas y santas, dijo al entrar.
Ninguno de los parroquianos se molestó en contestarle.
Caminó hacía el mostrador.
-Sírvame una giniebra.
El pulpero tomó el porrón de barro y llenó medio vaso.
-¿Qué lo trae por estos pagos, amigo?
- Ando buscando a un tal Rosendo Quiroga.
Una voz, desde una mesa ubicada al otro lado del salón, preguntó:
- ¿Y quién lo busca?
- Soy Ramón Gómez el marido de la Rosaura, y me enteré que el Rosendo ése, le anda arrastrando el ala, ansina que vine a pasarlo pa´mejor vida.
- Yo soy Rosendo Quiroga y te estaba esperando.
- Salí pa’ juera que te voy a abrir de lao a lao- dijo Ramón, manoteando el mango de su faca.
Rosendo se paró y caminó lentamente para el patio, todos los presentes lo siguieron. Una vez afuera formaron un círculo, y los dos hombres cuchillo en una mano y poncho en la otra, se trenzaron en lucha.
Hasta que con un certero golpe, Ramón le abrió las tripas a Rosendo, y el hombre cayó desfalleciente.
Ramón Gómez limpió el facón en el pasto, se lo acomodó en el cinturón, montó el tordillo y se alejó por donde vino.
Su honor estaba a salvo.
Autor: Fabián Montagna - Quilmes - Prov. Bs. As.- Noviembre 2010 -
Seguidor: fabian_mon
sábado, 20 de noviembre de 2010
Texto (Elda Varrone) Taller virtual
AMORES DE PAPEL
Las historias leídas en los libros/hicieron con mi vida un solo trazo
Antonio Aliberti “Babel” de “Delicado Equilibrio”
A ella le gustaba jugar a ser distinta cada noche. Y a él lo enloquecía. Solo con recordarlo se excitaba tanto que no veía el momento de regresar de la oficina para el encuentro amoroso. Así que por un tiempo fueron Paris y Helena, mientras en Buenos Aires ardía Troya. Y fue Popea bañada en leche que ponía como condición para el amor, encender el hogar aunque fuera enero. Otra noche sintió que era Juana de Arco y que las voces de su cabeza no le permitían oír los reclamos de él. Cuando encarnó a Sor Juana avanzó de rodillas hasta el lecho y no dejó de rezar hasta que él la desnudó y la acostó a su lado. Pero lo más dramático sucedió cuando su amor debió rescatarla casi ahogada de la pelopincho del patio, coronada de flores como Ofelia, mientras él murmuraba ser o no ser, una vez y otra vez. Una noche los bomberos tuvieron que bajarlos de un balcón vecino del piso décimo porque decían que eran Romeo y Julieta. Y la casa de ellos estaba en planta baja. Más de una semana vistió de frac y no hicieron el amor hasta que él no compró un piano y logró toser y escupir kétchup sobre las teclas. Durante un mes ella pronosticó a tontas y a locas desastres en política nacional, hecatombes siderales, despiadados sunamis, guerras finales entre continentes, cual Casandra desbocada, y él enloqueció de pasión. Y así fue Dulcinea y Aspasia, Desdémona y Judith, Penélope e Ifigenia sucesivamente, a través de los años.
Hasta que un día en que él estaba dándose un gratificante baño de inmersión, ella creyó ser Charlotte Corday y le rebanó el cuello.
Cuando llegó la policía estaba subida a una escalera poniendo en orden la biblioteca.
Autor: Elda Varrone - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Noviembre 2010 -
(seguidor: velda1934)
(seguidor: velda1934)
martes, 16 de noviembre de 2010
SORTEO trimestral-Pregunta del mes (participá ahora)
SORTEO TRIMESTRAL
Dos lotes de (3) libros y/o *antología colectiva, invitación a: Seminarios y Eventos (*Grupo Intertextos)
¿Podrías nombrar tres (2) de los autores del llamado Boom Latinoamericano II?
El dato se encuentra en el blog (video-noviembre): Boom Latinoamericano II
(incluir nombre y apellido, e-mail, y las tres última cifras de su DNI para el sorteo, debajo del video: Comentarios)
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Bases y condiciones del sorteo:
Está dirigido a todo aquel "internauta" interesado en la literatura que se registre (SEGUIDOR) en este BLOG y acierte a las tres preguntas del trimestre, también todos los integrantes del GRUPO INTERTEXTOS (taller virtual) que estén publicando en este espacio, como así mismo, a todos aquellos que no sido seleccionados, a la fecha del sorteo, pero que sean alumnos de este taller.
La nómina de ganadores (tres) se subirá cada trimestre a este blog.
Modo de participación: se publicará una pregunta por mes y se sorteará a través de un bolillero utilizado para otros juegos por la EDITORIAL EDICIONES RUINAS CIRCULARES, de la que soy editora y que por otra parte auspiciará este espacio con invitaciones y libros a su entero cargo. Incluir nombre y apellido, e-mail y las últimas tres cifras del DNI (no olvidar de registrarse como SEGUIDOR), en:
COMENTARIOS (video noviembre) BOOM LATINOAMERICANO II
COMENTARIOS (video diciembre) ANA MARÍA MATUTE
COMENTARIOS (video diciembre) ANA MARÍA MATUTE
Requisitos:
incluirse como SEGUIDOR para opinar sobre los trabajos presentados y responder a los cuestionarios de cada mes.
PREMIO:
(2) Lotes de (3) libros que corresponderán a distintos géneros en cada trimestre:
· Ultimo Tango en Malos Ayres(Cuento): Liliana Díaz Mindurry (Premio Planeta J.Rulfo entre otros)
· Felices los Niños(cuento) y/o Errar al blanco (novela): Patricia Bence Castilla (Premio Municipal Gral San Martín Novela, entre otros):
· Desterrado Ángel de la Guarda (poesía) Laura Massolo (Premio J.Rulfo entre otros)
· Encuentro en la fonda los 3 Reyes (teatro argentino) Jorge Colombo (Premio Fondo Nacional de las Artes, ensayo, entre otros)
· Y varios obras de reconocidos escritores y poetas (según catálogo y disponibilidad)
Catálogo: http://www.ruinascirculares.com/catalogo.asp
En ningún caso se incluyen gastos de envío. Las obras podrán retirarse en forma personal, o a través de cualquier persona en representación del ganador en: Vte.Camargo 523 - de lunes a viernes de 10a17hs.
· Todos los ganadores del año serán invitados, en caso de realizarse, a todos los eventos y seminarios auspiciados por RUINAS CIRCULARES.
· Aquellos integrantes del Grupo Intertextos, cuyos textos ya estén publicados en el blog, podrán canjear el lote de libros, en el caso de surgir como ganadores, por lo siguiente:
* 2 ejemplares (sin cargo) del I Volumen GRUPO INTERTEXTOS a editar en 2011.
** Ésta publicación será editada a mi entero cargo, por lo tanto NO GENERARÁN gastos de publicación para ninguno de aquellos autores que ya estén publicando en este espacio, no así los ejemplares que a través de la venta on line puedan producirse posteriormente, cuyo valor aún no ha sido estimado.
VIGENCIA: Desde el, 17 de NOVIEMBRE 2010 al 17 de FEBRERO 2011, a las 24.00 horas pueden participar todos los Lectores/Seguidores, que lo deseen dejando un comentario por participante en este post con la respuesta:
sábado, 13 de noviembre de 2010
Premio Subsecretaría de Cultura (Gral.San Martín)
Acabo de recibir este reconocimiento oficial en el:
II CONCURSO DE NOVELA 2010, que quisiera compartir con Uds.
SUBSECRETARÍA DE CULTURA
Municipalidad de General San Martín
Calle 52 (Belgrano) Nº 3747, 3º piso, Gral. San Martín
II CONCURSO DE NOVELA 2010, que quisiera compartir con Uds.
SUBSECRETARÍA DE CULTURA
Municipalidad de General San Martín
Calle 52 (Belgrano) Nº 3747, 3º piso, Gral. San Martín
La Municipalidad de Gral. San Martín, informa que el Jurado del Certamen Nacional de Novela, "Municipalidad de Gral. San Martín 2010", integrado por los escritores Liliana Díaz Mindurry, José Ezequiel Kameniecki y Marta Rosa Mutti, dictaminó sobre las obras concursantes, resultando premiadas las siguientes;
1º Premio: "Algunas alteraciones en la naturaleza de las cosas", cuya autora es Irma Elena Marc, de la ciudad de Corral de Bustos, Pcia. de Córdoba.
1º Premio: "Algunas alteraciones en la naturaleza de las cosas", cuya autora es Irma Elena Marc, de la ciudad de Corral de Bustos, Pcia. de Córdoba.
2º Premio: "La mediocridad y sus dones", de Mariano Díaz, de la ciudad de Tigre, Pcia de Buenos Aires.
3º Premio: "Las 24 horas de Elena", de Patricia Bence Castilla, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
1ª Mención: "El uso del olvido" de Federico Novak.
2ª Mención; "Matar a la niña", de Agustina María Bazterrica.
3ª Mención; "Casa de arañas", de Carlos Carioli.
Partido de Gral. San Martín: Noviembre 11 de 2010
martes, 9 de noviembre de 2010
Texto (Ana Mónica) Taller virtual
Reminiscencia
Aún llevo en mi memoria su presencia. Jamás podré olvidar su sonrisa cálida, apacible, bondadosa. La recuerdo de muchas maneras. Si miro por la ventana de mi habitación, contigua a su casa, me parece verla todavía, parada en el medio del jardín. De allí, ella rescataba las flores más llamativas y contrastantes. Tenía la particularidad de percibir cualquier esencia, tanto sea apagada, como exótica, además, tenía la costumbre de oler cada tallo, hoja o pétalo, que encontrara sugerente. Con tristeza reconozco ahora, que en mi jardín, la belleza y las fragancias, a veces no concuerdan. Hay muchas flores bonitas que huelen a nada, como hay otras no tan llamativas, con perfumes exquisitos. Hoy no elijo las flores más bellas, ni percibo los extraños y sugerentes aromas, que de ellas se desprenden. Sólo me quedo con el inolvidable recuerdo del cariño más pleno, más arraigado, más mío, más tierno:
El de mi abuela parada en el medio del jardín.
Autor: Ana Mónica Passamonti - Olivos - Noviembre 2010 -
Seguidor: Preguntas Gastro
Seguidor: Preguntas Gastro
viernes, 5 de noviembre de 2010
Texto (Sergio) Taller virtual
BIOGRAFÍA
Cuando sonó la campanada pensaba en la vez que con los chicos del barrio habían pescado el bagre en la laguna: Perico se cayó al agua y tuvo que tirarse a sacarlo, el boludo no sabía nadar. Para cuando escuchó la segunda, estaba recordando la felpeada que le pegó su mamá por embarrarse las únicas zapatillas que tenía, buena tipa su vieja, lástima que haya tenido que laburar tanto en su vida, y eso no perdona, a la larga se siente. Con la tercera le llegó la imagen de cuando se tomaron la botella de whisky que robaron en el súper, ¡qué pedo que se agarraron!, pensar que al viejo del Luis le dijeron que habían comido mucho chocolate y les cayó mal. En el instante que el aire retumbaba con la cuarta campanada se acordó del primer baile, el del Club Progreso, cuando bailó con esa mina más grande que él, la primera vez que supo lo que era besar a una mujer. Mientras sonaba la quinta se veía en aquél barcito, con Liliana, cuando por fin aceptó la invitación a salir, con ella no había sido como con la mina del baile, apenas si lo dejaba llevarla de la mano, ¡qué mujer Liliana!, tal vez se hubiera merecido un tipo mejor que él. La sexta lo sorprendió con el recuerdo del nacimiento de su hija, la mayor, mirá que la cuidaron, la mejor del colegio, la mejor compañera, la primera en recibirse en la facultad, pero a estos hijos de puta no les importa eso, mejor dicho, sí les importa, les importa mucho: también es a los primeros que les caen. El sonido de la séptima campanada lo alcanzó mientras sonreía, sonreía porque estaba acordándose de la alegría que le dio entrar en la fábrica, no era un laburo cualquiera, en ese tiempo a los trabajadores se los respetaba, porque como decía la jefa: el trabajo dignifica, además pudo mantener a su familia sin que su mujer tuviera que andar saliendo de la casa, no como ahora, que más de una mantiene al marido. El octavo repique se escuchó distinto, más profundo, más grave, solemne, apropiado al momento de vida que evocaba, era el día en que lo eligieron delegado, para él fue orgullo, deber, compromiso, responsabilidad, todo eso más la oportunidad de llevar adelante lo que siempre había anhelado, la oportunidad de luchar porque las cosas sean más justas, más parejas. Precisamente se estaba acordando de la primera huelga que hicieron cuando la campanada número nueve se extendió en el espacio, amplia, duradera, con retumbos de bronce; qué flor de quilombo les armaron esa vez a los gringos, les llamó la atención lo fácil que consiguieron casi todo, pero el asunto venía por otro lado, venía por el lado de las listas, ahí marcaron a varios. La décima campanada le trajo a la memoria al Gallego Rodríguez, que fue el primero en palmarla, entonces muchos arrugaron, se habló de la conveniencia de acordar con la patronal, de ceder en algunos puntos, recuerda cómo los mandó a la mierda y los llamó traidores, vaya a saber, a lo mejor si les hacía caso muchos seguirían vivos. La número once lo encontró pensando en la tortura, en cómo uno cree que no hay modo en que puedan quebrarlo, en lo equivocado que estaba. Después gastó el tiro que le quedaba y con el último tañido, mordió la pastilla.
Autor: Sergio Carlos Sánchez (Seudónimo Adrián Peña)- San Francisco - Córdoba - Noviembre 2010
sábado, 30 de octubre de 2010
Textos (Horacio) Taller Virtual
CRIMEN Y CASTIGO
Ahí está, todavía con su pistola humeante. ¿Quién otro? Yo sé lo que te digo, fue ése, Juan Lisandro de la Serna. Mucho nombre pero siempre fue un borracho empedernido. Yo varias veces vi como la maltrataba cuando venía medio pasado de copas. Una vez le pegó tan fuerte que también vino la policía. Bueno, convengamos que ella no era trigo limpio. Esa vez que la fajó dicen que fue porque la había encontrado con otro en la cama. Yo sabía que esto iba a terminar mal pero nadie me dio bola. Todo el mundo opinaba que Juan era un buen tipo pero a mí nunca me gustó. Es de esos falsos que te da la mano como si fuera un flan. Y sí, fui yo quien llamó de nuevo a la policía cuando escuché el tiro. Pero no hubo nada que hacer. Tenía un balazo en la sien. Qué sé yo, capaz que la encontró con otro tipo, pero nadie vio nada.
Mirá, ahora se lo están llevando a Juan. Las dos manos manchadas de sangre como si se hubiera tirado arriba del cadáver. Le viste la cara de mosquita muerta. Parece un monaguillo el muy turro. Yo no digo que no tuviera motivos, pero nadie se podía imaginar que ese petiso con cara de carmelita iba a ser capaz de semejante atrocidad. Ahora mucho lío, pero seguro que por eso de la buena conducta y el dos por uno, dentro de cinco años, lo tenemos de nuevo en el barrio. Y a ella, ¿quién le devuelve la vida? La policía ya está cansada, entran por una puerta y salen por la otra. Deberían pegarle un tiro y a otra cosa. Yo no sé qué es lo que tienen que probar los abogados, si lo encontraron con la pistola en la mano. Miralo como llora. Seguramente está pensando en lo que le va tocar a él. Ese Juan, muy aristocrático y muy religioso, pero al final, no es otra cosa más que un enano sin sentimientos.
Vení, vamos a acercarnos y de paso nos enteramos de más detalles. Permítame pasar, agente. Estos canas siempre agarrándoselas con personas como uno. Déjenme pasar. Después van a venir a preguntarme y yo les voy a pagar con la misma moneda. Sí ya sé que está todo vallado, pero podrían dejar ver aunque sea desde la ventana. Pará, callate, que están los de la tele hablando con algún capo.
¿Oíste lo que le dijo el comisario al reportero? ¿De veras no escuchaste? Está diciendo que la pobre se suicidó. Te dije que algo raro había pasado y como te habrás dado cuenta, yo, desde el primer momento, la tenía clarísima.
Autor: Horacio Ángel Lopardo- Villa Elisa - Octubre 2010 -
sábado, 16 de octubre de 2010
Textos (Sabrina) Taller Virtual
Pesadilla
Era una hora donde los murciélagos cuelgan de una palmera, o un barral, a oscuras, con la luz de la medianoche chocando en la ventana del sexto piso. El sueño se vuelve un caos, un paraíso cerrado. El aire denso, descompuesto, arbitrario, se va enredando en los bordes de la cortina. Ella, sola, frente a la ventana, no sabe que un mamífero pequeño, de alas gelatinosas, impone su presencia sobre el barral del baño. La fobia tiene infinitos nombres: catarsis paralizante, shock amnésico, catalepsia espumosa, o muerte dudosa. Pero en ciertos estados emocionales, excepto el de la muerte, ella parece poder soportarlos con elegancia, quizá porque todo parece desarrollarse dentro de su cabeza, detrás de los ojos, aullándole en los oídos, llenándole la boca de un gusto bilioso, ácido, ordinario. Ante un grado de repulsión obsesiva, los gestos se le transforman, la nariz se le inflama, parece que las pupilas se le dilatan, tanto, que ni una veta de color blanco circula en las cuencas de los ojos.
Grita, frente a la ventana, grita, escupe gemidos desfigurados, al notar una imagen, algo que se le acerca, alejándose. Ve a un hombre, oscilante, mágico, en el aire, que muestra una sonrisa misteriosa, la sonrisa de un extraño, que aparece de la nada, a una hora inconclusa e incierta, destemplada de sueño. La uña rota, de un rojo perpetuo, se incrusta en la ventana, cuando ella, temblando, la cierra; el vidrio, el aire, la uña, todo parece temblar. Corre, busca rincones, luz, oscuridad, asilo, y se encierra en el baño, con la sorpresa de enfrentarse a otro grito, a otra fobia, a otro momento de invasión, desierta de sí misma.
Autora: Sabrina Álvarez - 9 de Julio - Octubre 2010
Poesías(María Sol)Taller Virtual
Pasajero
Un andén,
la soledad,
un pajarito.
Cuatro bancos despintándose de pena.
¿Es posible que dos ojos se derramen sin testigos?
Tal vez sí, pues
¿Quién le impide al capullo deshojarse?
Y pasa el tren,
se detiene.
Los fantasmas son los únicos que viajan.
Van y vienen como el viento que se va enredando
/en los vestidos
en el pelo
la garganta.
Un zapato,
otro más.
Las pupilas se despiertan y miran
el vaivén del portafolio
y la camisa.
Ha de ser una visita
algún viajante,
la visión extravagante de un deseo.
Y de pronto
unos ojos.
Como aquellos,
que ya no miran.
Una boca le sonríe,
salta
y sin mirar atrás
se suicida.
La verdadera razón
"Por cosas así la gente muere
Por cosas así".
Liliana Díaz Mindurry
Por eso el agua no pudo contenerse
y se encontró muriendo en el mantel.
Por el paso corto, pesado
de la cama al sillón,
del pasado al presente.
Existen tazas mugrientas
y tacos sin tiempo de volver al baile.
De los recuerdos esos,
de flores en el pelo
y piedras en la ventana.
La gente muere para poder volver
/a sentir el polvo en la suela del zapato.
Para volver a treparse en los tapiales
/y fumar un pucho a escondidas del viejo.
Pobre viejo,
/si supiera que me muero por decirle que me espere
/para ir a vender la leche por las calles de piedra.
Si supiera.
Quizás pueda decirle que me espere.
Que ya llego.
Que por cosas así
/la gente muere irremediablemente en estos días.
Sin darse cuenta,
despacito,
viendo descender al sol desde su hamaca.
Autora: María Sol Sciascia - Rosario - Santa Fe - Octubre 2010
Algunos de mis cuentos más breves
http://letrasdelalma-poesiayalgomas.blogspot.com/2008/06/patricia-bence-castilla.html
De mi libro: Felices los Niños
Juego de mano, juego de villano.
Dice que calle, que pueden llegar a oír. Dice que los que están afuera pueden llegar a oír. Que no llore. Que los niños no lloran. Que él aprendió y no llora. Que lastimarse al jugar no debe dar miedo. Que una pequeña lastimadura no hace daño, por el contrario, fortalece. Que todo pasa. Que a jugar se aprende. Que él está siempre dispuesto a enseñar, así como enseña a cruzar la calle, a pedalear sin rueditas en la bici, a la lucha cuerpo a cuerpo, a taclear para que el contrincante largue la pelota, a ser buen perdedor, buen compañero. Dice que los más grandes enseñan a los más chicos. Que hacerse hombre no cuesta, lo que cuesta es mantener esa imagen en el tiempo. Que ser niño es una ventaja. Que los adultos no dan crédito a lo que dicen, pero tampoco se los culpa de nada.
Dice que hay que lavarse la cara. Que las lágrimas afean. Que la cara de los niños se asemejan a los ángeles cuando duermen.
Dice que no llore. Que todo cicatriza. Que el desnudo de un cuerpo joven es una pintura perfecta. Una escultura sensual y atrayente. Dice que hay que darse un baño. Que es la hora de acostarse. Que es así como se crece; cerrando los ojos, dejándose llevar.
“Lo dice el tío Carlos (todavía me parece que lo dice), cada noche, cuando entro en mi cuarto”.
El disfraz
Pequeña, minúscula, descalza, busca en el gran cajón del dormitorio. Busca sus juguetes preferidos; el oso panda, la gitana de trenzas amarillas, la de los ojos azules, la otra, la de la cara pálida como una nube, la elige, pero no le gusta. Las sienta. Deja que una mesita de madera acumule la vajilla de juguete. Sube a la plataforma de unos zapatos que le quedan grandes. Le gustan. Otro par tiene los tacos como agujas. Parece que disfruta. Lo que quiere es disfrazarse; una chalina de seda, una pollera con volados, una cartera. Se mira al espejo. Sonríe. El maquillaje curva las pestañas. No sabe bien cómo pintarse. Por un rato se observa, se observa porque no hay nadie. Camina con dificultad. Quiere sentirse linda. La más linda. Piensa en el vestido que su mamá usa en las fiestas de fin de año. Siempre el mismo de tul con canesú de encaje. Sabe que ella no se le parece, es mucho más pequeña, no tiene su gracia, tampoco el color de su pelo, ni las pestañas arqueadas. Piensa que podría acortarse el dobladillo, quizás una alforza para achicar la cintura por los kilos que no tiene. Camina por el dormitorio. No hace ruido. Quiere que su figura tenga la gracia de una de esas doncellas que relata la abuela. Sos una princesita le parece oír a su papá, las princesitas no son sólo bellas, sino que siempre tienen una vida hermosa por delante. Ella quiere serlo, quiere ser la más bella, que la vida sea un cuento eterno de hadas. Sueña con bajar por la escalinata y que un príncipe la espere para ofrendarle esa vida prometida, placentera, ese reinado donde la felicidad sea su sello inconfundible. Se viste. Se mira. Aún no puede verse como quiere. Se pone aros y collares. Se pinta la boca con pulso inseguro. Se levanta el pelo. Quiere darle forma con una peineta. No le gusta. Se lo suelta. Quiere tener volumen. Un pelo en cascada. Un pelo en cascada. Rojo. Voluminoso. En cascada. Rojo. Sin embargo aparece con poco volumen sobre la cara, sobre los ojos exageradamente maquillados, esos que parecen admirar las gitanas, al oso panda, la mesa recién tendida.
Mueve las caderas levemente. Parece perder el equilibrio. Se vuelve a mirar. Siente que está hermosa. Pone los labios frente al vidrio. Imagina que al menos el papá, si no el príncipe, en ese beso, vendrá a rescatarla.
Sonríe. Observa el canesú de encaje, la pollera, los volados. Vuelve a posar los labios contra el espejo. No parece reconocer la mirada de la mujer. La que se hace eco de un desprecio mal disimulado. Viste uniforme blanco y una cofia que ella confunde con una tiara. Es la que descubre a la anciana sobre un sueño inexistente: Le saca lo zapatos, la chalina, los aros, le dice a la abuela que la tiene harta, que le tirará todos esos trastos viejos, que ya no hay más cuentos de hadas, que ya pasó el tiempo de disfrazarse.
...................................................................................
Cuento (Selección Antología 2005)
El Confidente
No me movía más que el interés de hablarle al oído. Quizás para contarle toda las cosas que tenían que ver con mi tristeza. Estaba lejos de casa; extrañaba los amigos, la familia. Tenía mucho para compartir con ella, y ¿sabes? no se dignó siquiera a mirarme esa noche, a pesar de que intuí que pudo percibirme apenas crucé la puerta. Más, te digo, se alejó varios metros del lugar donde yo me encontraba y la perdí de vista por un largo rato. Cuándo por fin volví a ubicarla se había sentado en un rincón tan oscuro que no me fue posible distinguir si estaba atenta a algún movimiento mío. Lo que sí sé, es que durante ese tiempo yo tomé tres, cuatro, cinco tragos; difícil recordarlo por la rara confusión en la que me habían hundido. Me habían limitado la percepción de todo lo que sucedía a mi alrededor, tanto, que no reparé en que en algún momento se había levantado y cruzado el salón. En realidad no me di cuenta hasta que no me enfrentó. Menuda sorpresa me llevé al reconocer de que no era ella, sino un pelirrojo travestido, pero no, no creas que fue eso lo que me dejó azorado, sino que con suma delicadeza puso su cara muy cerca de mí, con la clara intención de que le hablara al oído.
De mi libro: Felices los Niños
Juego de mano, juego de villano.
Dice que calle, que pueden llegar a oír. Dice que los que están afuera pueden llegar a oír. Que no llore. Que los niños no lloran. Que él aprendió y no llora. Que lastimarse al jugar no debe dar miedo. Que una pequeña lastimadura no hace daño, por el contrario, fortalece. Que todo pasa. Que a jugar se aprende. Que él está siempre dispuesto a enseñar, así como enseña a cruzar la calle, a pedalear sin rueditas en la bici, a la lucha cuerpo a cuerpo, a taclear para que el contrincante largue la pelota, a ser buen perdedor, buen compañero. Dice que los más grandes enseñan a los más chicos. Que hacerse hombre no cuesta, lo que cuesta es mantener esa imagen en el tiempo. Que ser niño es una ventaja. Que los adultos no dan crédito a lo que dicen, pero tampoco se los culpa de nada.
Dice que hay que lavarse la cara. Que las lágrimas afean. Que la cara de los niños se asemejan a los ángeles cuando duermen.
Dice que no llore. Que todo cicatriza. Que el desnudo de un cuerpo joven es una pintura perfecta. Una escultura sensual y atrayente. Dice que hay que darse un baño. Que es la hora de acostarse. Que es así como se crece; cerrando los ojos, dejándose llevar.
“Lo dice el tío Carlos (todavía me parece que lo dice), cada noche, cuando entro en mi cuarto”.
El disfraz
Pequeña, minúscula, descalza, busca en el gran cajón del dormitorio. Busca sus juguetes preferidos; el oso panda, la gitana de trenzas amarillas, la de los ojos azules, la otra, la de la cara pálida como una nube, la elige, pero no le gusta. Las sienta. Deja que una mesita de madera acumule la vajilla de juguete. Sube a la plataforma de unos zapatos que le quedan grandes. Le gustan. Otro par tiene los tacos como agujas. Parece que disfruta. Lo que quiere es disfrazarse; una chalina de seda, una pollera con volados, una cartera. Se mira al espejo. Sonríe. El maquillaje curva las pestañas. No sabe bien cómo pintarse. Por un rato se observa, se observa porque no hay nadie. Camina con dificultad. Quiere sentirse linda. La más linda. Piensa en el vestido que su mamá usa en las fiestas de fin de año. Siempre el mismo de tul con canesú de encaje. Sabe que ella no se le parece, es mucho más pequeña, no tiene su gracia, tampoco el color de su pelo, ni las pestañas arqueadas. Piensa que podría acortarse el dobladillo, quizás una alforza para achicar la cintura por los kilos que no tiene. Camina por el dormitorio. No hace ruido. Quiere que su figura tenga la gracia de una de esas doncellas que relata la abuela. Sos una princesita le parece oír a su papá, las princesitas no son sólo bellas, sino que siempre tienen una vida hermosa por delante. Ella quiere serlo, quiere ser la más bella, que la vida sea un cuento eterno de hadas. Sueña con bajar por la escalinata y que un príncipe la espere para ofrendarle esa vida prometida, placentera, ese reinado donde la felicidad sea su sello inconfundible. Se viste. Se mira. Aún no puede verse como quiere. Se pone aros y collares. Se pinta la boca con pulso inseguro. Se levanta el pelo. Quiere darle forma con una peineta. No le gusta. Se lo suelta. Quiere tener volumen. Un pelo en cascada. Un pelo en cascada. Rojo. Voluminoso. En cascada. Rojo. Sin embargo aparece con poco volumen sobre la cara, sobre los ojos exageradamente maquillados, esos que parecen admirar las gitanas, al oso panda, la mesa recién tendida.
Mueve las caderas levemente. Parece perder el equilibrio. Se vuelve a mirar. Siente que está hermosa. Pone los labios frente al vidrio. Imagina que al menos el papá, si no el príncipe, en ese beso, vendrá a rescatarla.
Sonríe. Observa el canesú de encaje, la pollera, los volados. Vuelve a posar los labios contra el espejo. No parece reconocer la mirada de la mujer. La que se hace eco de un desprecio mal disimulado. Viste uniforme blanco y una cofia que ella confunde con una tiara. Es la que descubre a la anciana sobre un sueño inexistente: Le saca lo zapatos, la chalina, los aros, le dice a la abuela que la tiene harta, que le tirará todos esos trastos viejos, que ya no hay más cuentos de hadas, que ya pasó el tiempo de disfrazarse.
...................................................................................
Cuento (Selección Antología 2005)
El Confidente
No me movía más que el interés de hablarle al oído. Quizás para contarle toda las cosas que tenían que ver con mi tristeza. Estaba lejos de casa; extrañaba los amigos, la familia. Tenía mucho para compartir con ella, y ¿sabes? no se dignó siquiera a mirarme esa noche, a pesar de que intuí que pudo percibirme apenas crucé la puerta. Más, te digo, se alejó varios metros del lugar donde yo me encontraba y la perdí de vista por un largo rato. Cuándo por fin volví a ubicarla se había sentado en un rincón tan oscuro que no me fue posible distinguir si estaba atenta a algún movimiento mío. Lo que sí sé, es que durante ese tiempo yo tomé tres, cuatro, cinco tragos; difícil recordarlo por la rara confusión en la que me habían hundido. Me habían limitado la percepción de todo lo que sucedía a mi alrededor, tanto, que no reparé en que en algún momento se había levantado y cruzado el salón. En realidad no me di cuenta hasta que no me enfrentó. Menuda sorpresa me llevé al reconocer de que no era ella, sino un pelirrojo travestido, pero no, no creas que fue eso lo que me dejó azorado, sino que con suma delicadeza puso su cara muy cerca de mí, con la clara intención de que le hablara al oído.
viernes, 15 de octubre de 2010
Algunos de mis Poemas Editados
de mi libro: BABEL
soy
soy esta palabra que gesticula
estas formas inequívocas
un montón de sílabas viejas un retrato
esta voz imperceptible
una ensoñación un hartazgo
un sinfín de recuerdos que acumulo
sin que tenga tiempo de alejarlos
ni de cortar este gesto irreverente
o este silencio estacionario
soy esta palabra que habita en la neblina
que me enfrenta
me provoca
sin que pueda defenderme
grieta
el silencio aparece
sobre el sillón donde escribo
donde surge el relámpago inconcluso
la sangría del verso que aún no se ve
escribir es romper con lo dicho
(con lo siempre dicho)
una nervadura
una grieta subalterna
un cuaderno vacío
un espacio brutalmente blanco
como si el blanco fuera el color
de la angustia
dibujada
en letras azules
el silencio aparece
sobre el sillón donde escribo
donde surge el relámpago inconcluso
la sangría del verso que aún no se ve
escribir es romper con lo dicho
(con lo siempre dicho)
una nervadura
una grieta subalterna
un cuaderno vacío
un espacio brutalmente blanco
como si el blanco fuera el color
de la angustia
dibujada
en letras azules
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de mi libro: MALDECIR
memoria
si no perdura la voz de mi nombre
sobre esta almohada donde apoyo la cabeza
si no guardo bajo el retrato aquel perfil que ya no distingo
si no sé si nombrar el recuerdo
es nombrarme a mí misma
o desnombrarme
si no sé que negar la memoria es un fragmento
de todo lo que no recuerdo
si no sé que sé que lo que la noche me dice en este atardecer
de desiguales conjeturas
nada puedo escribir que me nombre
sin que se diluya esta parte de mí
que no se transparenta
doblez
soy el doblez
soy esas dos figuras entrañables en la ventana
soy la parte
la esfera
el trazo
el pliegue de la manta
el cabezal donde refracta la memoria
el péndulo que duerme en el vértice de la hora
las voces
soy el miedo
la rabia
ésta que a diario
se muerde
la boca
Poesías (Laura O.)Taller Virtual
FANTASMAS
Bajó como bajan los cuervos
/para comerle los ojos
enredó sus manos
humedeció su cuerpo
lamió cada gota
como un fantasma.
Plegarias que no fueron
el cuerpo casi intacto
sin rubor en la cara.
Entiende que esa noche
bajó como los cuervos,
se fue sin decir nada.
ACTITUD
Intento
sólo intento
no existe un fracaso
sino el borrador del paso siguiente.
Autora: Laura Ororbia - Leones - Córdoba- Octubre 2010
martes, 5 de octubre de 2010
Isotipo
Este isotipo, lo creé has más de seis años, con intención de colocarlo en cada uno de mis libros, pero, increíblemente, no lo coloqué en ninguno de los cinco que ya edité. En fin... me prometo a mí misma incluirlo en los siguientes (después de todo tengo más de seis inéditos). Pero, lo que en realidad quería compartir, es que disfruté en la creación de este monograma (imitando, tal vez, a tantos otros, como el caso de Enrique Molina, gran escritor, que dibujaba estupendamente y que también había creado el suyo). El placer que sentí fue grande al dibujarlo (primero a mano alzada y mal: soy bastante torpe, para después pasar el boceto a mi departamento de diseño). El hecho de ver cada trazo pasado a un borrador, y el juego que fui haciendo con cada una de mis iniciales, lo mismo que con las líneas del cuaderno que continúan como si se tratara de una página en blanco (tabú de todos los escritores) para, finalmente, dibujar esa pluma tan oscura sobre el espacio vacío, me provocaron, como dije, un enorme satisfacción. Con tantas ganas y entusiasmo que puse, seguramente, no habré de olvidarme otra vez más, de colocarlo.
Ahogar la sed (novela)
Tal vez, para abordar un tema tan difícil, como podría ser el de la demencia, la mejor manera de hacerlo sea, como propone su autora, Patricia Bence Castilla, hacerlo por caminos laterales, utilizando para ello la voz de un personaje en primera persona, que no ofrece, aparentemente, ninguna amenaza para el lector, ya que se trata de una adolescente. Esta novela comienza a tramarse desde la disciplina rígida de un colegio religioso, donde la protagonista se encuentra internada, y que, capítulo a capítulo, se va abriendo hacia los lugares más oscuros, hasta adentrarse de lleno, en un neuropsiquíatrico, valiéndose de diferentes ardides, para lograrlo.
"Ahogar la sed" propone entrar en un mundo subterráneo, lo hace de la mano de esta adolescente, que a junto a su amiga y compañera de habitación, desnuda verdades en una forma lúdica. Esta amistad será el resorte que servirá de pretexto para sumergirse de lleno en ese lugar fronterizo entre la escuela y el nosocomio. La protagonista, tratará de cruzar ese hilo invisible, para rescatar a su madre (rescatarse a sí misma).
En esta búsqueda, aparece una suerte de desdoblamiento, que va desnudando, una a una, no solo a la demencia misma, a las instituciones, a su falta de compromiso, sino que deja emerger, también, la cruda verdad sobre los enfermos mentales internados en distintos nosocomios del país, que muy lejos están, aún hoy, de ser seriamente abordados.
Este es un libro duro, donde la psicología de los personajes está bien definida: una adolescente hebefrénica, una compañerita que aparece como una frontera; un límite, dentro de una sociedad que mira hacia otro lado.
Difícil inmiscuirse en este mundo de "Ahogar la sed", sin replantearse la demencia desde otro lugar:
El propio límite.
Ediciones Ruinas Circulares
Maldecir (poesía)
El segundo libro de poemas, de Bence Castilla, continúa de algún modo con una poesía seca, sin adornos, que, a diferencia de Babel, se funde en sus propias reminiscencias y se atreve a jugar, también, con el final: su propia muerte, que, contradictoriamente, no desgarra, ni cae en grandilocuencia alguna, sólo es nombrada sin miedo, como un simple desenlace.
La autora dice en uno de sus versos: es ella/ ese no soy/ ésa que permanece en el crepúsculo/ contra esa sombra descorrida/ donde nadie sabe donde esta el comienzo/ y el final/ es pura incertidumbre.
Maldecir, de algún modo, refuerza la importancia que la autora le da a las palabras, dividiendo a esta obra en dos partes: “Decir” y “Desdecir”, que provocan una permanente discordia.
Después de todo, la literatura es una incesante paradoja.
Babel (poesía)
En Babel Patricia Bence Castilla, deliberadamente elude todo barroquismo hasta dejar el poema en su más mínimo enunciado.
La autora nos dice en uno de su poemas: y así una vez más/ la oscilación como la certidumbre durmiendo en cada esquina/ como si nadie/ nunca/ hubiese preguntado por el color de la tristeza, dejando a la palabra desnuda, aislada de sí misma, pero a su vez, como único modo de expresar el desconcierto.
Esta poesía gira sobre el contrasentido, logrando eficacia y armonía.
En definitiva, Babel, cae sin falsos eufemismos, en el vacío que emerge de las palabras, cuando éstas, se escapan de su verdadero sentido.
Errar al Blanco (novela)
Sinopsis:
Errar al blanco, tal cual el titulo de esta novela de Patricia Bence Castilla, donde el factor de la culpa, del error, de la pérdida de orientación y de sentido, marca a la protagonista: La hermana superiora de un convento. Lugar donde ingresa el lector desde las primeras líneas y donde se coloca el centro, el lugar preciso, el blanco errado de la protagonista, junto a la niña conventual, Magdalena, cuya personalidad rompe cualquier regla establecida. Es aquí donde comienza a tejerse una trama difícil. Van saliendo a la luz viejos rencores, antiguas pasiones, de estos hijos de familias tradicionales cuyos lugares de proveniencia parecen oscuros. Los hilos comienzan a envolver a los cuatro personajes principales: La hermana superiora, la niña conventual, Magdalena, el Padre Lorenzo (quien abre una brecha profunda entre las primeras, no solo, porque se descubre un pasado fiel a la dictadura militar, lo que hace, en definitiva, que se ponga en tela de juicio la confianza que la hermana superiora había sentido por el cura hasta entonces) a la que se suma, una amiga entrañable, con quien la hermana Clarisa aparentemente ha mantenido una relación íntima. La hermana Teresa, su única amiga.
Errar al blanco, dice, más que sugiere, con un narrador en segunda persona, una voz de la conciencia que hostiga entre el interés de liberarse de antiguos mandatos y falsas ataduras y al incierto legado del deberías. Esto obligará a la hermana superiora a decidir entre la responsabilidad del camino elegido, el deseo provocado por su amor hacia Magdalena y, también el desconcierto por no saber si tan solo se imagina o es real, la relación que mantiene esta niña, con el Padre Lorenzo.
Una novela psicológica donde los personajes, fuera de los ámbitos comunes, encerrados tras las paredes del convento, desnudan sus luchas internas: el poder, el miedo, los celos, el amor. Finalmente, la ambivalencia, el hecho de saber desde un principio que la protagonista ha errado: que tanto el blanco como la flecha, no están en su lugar.
lunes, 4 de octubre de 2010
Felices los niños (cuento)
La llamada edad dorada de la inocencia, es, sino siempre, muy a menudo, una falacia, de allí la ironía del título de esta obra de Patricia Bence Castilla: Felices los Niños.
Dice la escritora, Liliana Díaz Mindurry, en el prólogo de este libro:
(…) Literatura es lenguaje en tensión como la infancia. Se acercan peligrosamente. Felices los niños, felices los infelices, es prueba de ello.
El poder extraño y perfecto de lo salvaje.
El poder extraño y perfecto de lo salvaje.
Esta obra cuya narrativa hacer recordar a la de la española Ana María Matute, es un libro colmado de paradojas que se van uniendo en metáforas que lastiman. No hay un final que no sea inesperado o trascendente en estos cuentos, donde, el inocente, el niño, es quien observa y trasmuta en sus muñecos, en sus títeres –alter ego-, no sólo la frustración que siente, sino también el dolor del que es objeto, por la ignorancia, la indiferencia del adulto.
En estos catorce relatos aparecen los párrafos que invitan a descubrir la trama, el parqué de la falacia del título FELICES LOS NIÑOS: El incesto. El abandono. La marginación. El alcohol.
En estos catorce relatos aparecen los párrafos que invitan a descubrir la trama, el parqué de la falacia del título FELICES LOS NIÑOS: El incesto. El abandono. La marginación. El alcohol.
(…) Mi incoherencia se estaba volviendo mi enemiga, mostraba el revés, la desmesura, el caos, el cosmos que se desperdiga en mil fracciones frente a mi última inocencia (…) Pensé que lo mejor hubiese sido seguir durmiendo, hubiese sido mejor, porque cuando se duerme se está ajeno, no se tiene culpa. Las muertes que se tejen en los sueños no nos pertenecen. (…)
“El espejo”
“El espejo”
Ese relato narrado en primera persona, detalla una muerte, un suicidio, tiene si bien un final, de alguna manera esperado, paradójicamente, también sorprende. La protagonista habla de un pasado de dolor y muerte, pero, sin embargo abre, a pesar de los trágicos recuerdos, una llama, una ranura, un deseo de vivir con la mirada puesta hacia delante.
Vivimos en una época donde muchas veces, para el niño, ya ni el religioso ni el maestro tienen significado, donde el estado ha dejado de asumir el rol que la sociedad le ha conferido, y en la que los padres tampoco parecen hacerse cargo –en todo caso, a los que les cabría mayor responsabilidad-. Esta negación no permite oír las voces infantiles que claman por ser escuchadas. Si la sociedad las oyera, se abocaría a la más noble de las tareas: custodiar su inocencia.
Para los niños de estos relatos, los adultos no son confiables, sino muy por el contrario, significan la amenaza, lo demoníaco, lo indecible.
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