Cuestión de honor
Ramón Gómez desmontó del caballo y lo ató al palenque que estaba en el patio del boliche. El tordillo estaba sudado, su jinete lo había traído al galope desde la estancia de los Anchorena, donde Ramón trabajaba como peón desde hacía varios años.
Después de atar al caballo se acomodó el sombrero y encaró para la pulpería.
-Güenas y santas, dijo al entrar.
Ninguno de los parroquianos se molestó en contestarle.
Caminó hacía el mostrador.
-Sírvame una giniebra.
El pulpero tomó el porrón de barro y llenó medio vaso.
-¿Qué lo trae por estos pagos, amigo?
- Ando buscando a un tal Rosendo Quiroga.
Una voz, desde una mesa ubicada al otro lado del salón, preguntó:
- ¿Y quién lo busca?
- Soy Ramón Gómez el marido de la Rosaura, y me enteré que el Rosendo ése, le anda arrastrando el ala, ansina que vine a pasarlo pa´mejor vida.
- Yo soy Rosendo Quiroga y te estaba esperando.
- Salí pa’ juera que te voy a abrir de lao a lao- dijo Ramón, manoteando el mango de su faca.
Rosendo se paró y caminó lentamente para el patio, todos los presentes lo siguieron. Una vez afuera formaron un círculo, y los dos hombres cuchillo en una mano y poncho en la otra, se trenzaron en lucha.
Hasta que con un certero golpe, Ramón le abrió las tripas a Rosendo, y el hombre cayó desfalleciente.
Ramón Gómez limpió el facón en el pasto, se lo acomodó en el cinturón, montó el tordillo y se alejó por donde vino.
Su honor estaba a salvo.
Autor: Fabián Montagna - Quilmes - Prov. Bs. As.- Noviembre 2010 -
Seguidor: fabian_mon
Creo que relata bien una época en que los hombres eran de ley y su palabra valía mas que nada.Defendían el honor,la dignidad,cosas que hoy día se resignan.Tu cuento me pareció entretenido,especialmente animándote a usar términos gauchescos.bien
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